Los jugadores le pidieron que continúe hasta fin de año, o al menos, que dirija el domingo frente a Arsenal en el Bosque. Hoy a las 17 (horario de la próxima práctica) resolverá si acepta tener un adiós en el campo de juego.
Maradona insistió con que la determinación está relacionada con una cuestión de palabra: el presidente Gabriel Pellegrino, quien fue el que le abrió las puertas del fútbol argentino tras 9 años alejado, no participará de las elecciones del próximo 23 de noviembre. Tampoco el oficialismo. En consecuencia, Diego argumentó “si él no sigue, yo no sigo”, tal como había advertido en la previa de la goleada contra Aldosivi. Y cumplió.
El contexto político aceleró los tiempos. Maradona suele ser tajante en este tipo de cuestiones. Sucedió en Newell’s, club al que había llegado de la mano del Indio Solari. Cuando se alejó de la Lepra, abandonó intempestivamente el club. Una coyuntura parecida a la de su adiós al buzo de Racing: apoyó la reelección de Juan De Stéfano, el directivo que lo fue a buscar. Cuando perdió la conducción de la institución, se abrió y justificó: “Soy un hombre de palabra”. Lo mismo ocurrió en su etapa como entrenador de la Selección: tras el Mundial de Sudáfrica, Julio Grondona, entonces presidente de la Asociación del Fútbol Argentino, le ofreció renovar el vínculo, pero sin su ayudante Alejandro Mancuso. Y se negó; aun estando la Albiceleste de por medio.
Rocío Oliva, pareja del astro, lo confirmó esta mañana en diálogo con Fox Sports. “Diego es así. Vengo con vos y me voy con vos. Ya lo hizo en la selección argentina, cuando dejó de dirigir por sus principios. Para acompañar a su amigo (en referencia a Alejandro Mancuso con el que terminó distanciado por problemas económicos). Ahora, seguramente se irá de Gimnasia, porque el presidente no va a seguir”, aseguró.
Si el ídolo cierra su era sin despedida en cancha, su gestión en Gimnasia terminará en ocho partidos, con tres victorias (contra Godoy Cruz, Newell’s y Aldosivi; todas en condición de visitante) y cinco derrotas.